
En el primer trimestre de 2025, y como resultado de la congelación de fondos de USAID y las órdenes ejecutivas de la nueva administración del gobierno de los Estados Unidos, cientos de proyectos de cooperación y ayuda humanitaria terminaron de forma súbita. Esta sacudida ha puesto en el foco la vulnerabilidad de las personas en necesidad de una asistencia humanitaria para la que ya no hay financiación, pero también la dependencia del sistema humanitario de unos pocos donantes, y el daño -tal vez irreparable- realizado a todo el sector y sus profesionales.
Al mismo tiempo, muchas voces se han cuestionado cómo se estaba haciendo el cierre de esos proyectos. ¿Qué consecuencias negativas adicionales puede tener un cierre no planificado, sin una estrategia de salida preparada de antemano? ¿Y de qué manera se puede garantizar la ética en el cierre de un proyecto humanitario, incluso cuando se produce de forma inesperada?
Tabla de contenidos:
Estrategias de salida en el cierre de un proyecto de acción humanitaria
El cierre de un proyecto de acción humanitaria es, por definición, inevitable. Al fin y al cabo la acción humanitaria también es, por definición, temporal. Idealmente, el principal motivo debería ser siempre la desaparición de las necesidades humanitarias que desencadenaron el inicio de la respuesta. Si la emergencia se ha superado, la asistencia humanitaria ya no debería ser necesaria, o debe transformarse en otro tipo de apoyo para una recuperación duradera y un desarrollo sostenible. Sin embargo, un proyecto de cooperación internacional puede terminarse por muchas otras razones, como un deterioro agudo de la seguridad, una contracción significativa del espacio humanitario que permite intervenir con neutralidad o independencia, o sencillamente, el fin de la financiación.
Todas estas circunstancias, también idealmente, deben anticiparse, de modo que pueda existir una estrategia de salida que contemple diferentes enfoques. Uno puede ser una reducción progresiva en la intensidad de las actividades, que en algunos casos incluso puede permitir, al menos durante un tiempo, la posibilidad de una reactivación posterior si vuelve a ser pertinente o viable. Otro puede consistir en la transferencia a otro actor, que pueda dar continuidad a las acciones y los servicios. También se puede considerar una transformación en las modalidades de intervención y los objetivos de la acción, para adaptarse a la nueva situación. En otros casos, sin embargo, el cierre del proyecto y sus actividades se produce de forma abrupta.
En todos estos casos, aunque con dinámicas diferentes, se pueden producir tensiones e intensos dilemas éticos, ambos difíciles de resolver. Además, cuando el proceso no se planifica o piensa de manera adecuada, se pueden producir daños para los individuos, comunidades y organizaciones que participaban o eran asistidos por el proyecto, incluyendo el personal y las contrapartes locales.
¿Es posible cerrar de forma responsable una intervención humanitaria?
La ética de lo temporal
La temporalidad de la acción humanitaria no debería llevarnos a la miopía. Es más, en toda acción humanitaria se debe prestar atención a las circunstancias pasadas (generalmente cargadas de injusticias sociales) y a cómo estas circunstancias han dado forma a la crisis actual y a la respuesta humanitaria en curso. Un elemento ético indispensable es también tratar de entender las consecuencias que pueden tener las acciones del presente, y de anticipar potenciales daños que se produzcan como resultado de la intervención o de su finalización. Por este motivo, esa mirada al futuro debe buscar, desde el inicio de la acción, y en la medida de lo posible, lograr una cierta sostenibilidad y avanzar en la equidad. Finalmente, nada de esto es posible si desde el principio no hay un profundo respeto por enfoques colaborativos e inclusivos, que pongan en valor los conocimientos y capacidades locales.
Es prioritario pensar con la comunidad, para la comunidad
No basta con mirar el problema desde una visión técnica externa. Lo primero debe ser siempre conocer qué es importante para una comunidad en el cierre de un proyecto:
- La transparencia de las organizaciones respecto a sus intenciones, plazos y procesos. Esto puede requerir reuniones y consultas con la comunidad, que pueden resultar imposibles si antes no se habían creado los canales de comunicación necesarios para ello.
- La colaboración entre las organizaciones humanitarias y los/as líderes locales. Cuando estas personas han sido puntos focales de la comunicación entre la organización y el resto de la comunidad, es preciso apoyarlas en este rol.
- La participación de la comunidad en el proceso de cierre. Esto puede incluir ceremonias de clausura, evaluaciones participativas del final del proyecto, o actividades para toma de decisiones en la comunidad sobre los siguientes pasos en el abordaje de los problemas que aún persisten. Es más, en muchas ocasiones, las circunstancias también permiten que la decisión de cerrar el proyecto sea también discutida y analizada con la comunidad, sus representantes, y hasta el personal local de las organizaciones colaboradoras.
- La posibilidad de sostener actividades del proyecto después de su finalización. Algunas de las actividades pueden continuarse desde la comunidad, sin más apoyo externo de la organización que desarrollaba el proyecto previo, si se logra un acuerdo y se les ayuda en los preparativos.
- La continuidad de la comunicación y conexión de la organización con la comunidad. Las comunidades valoran los esfuerzos de las organizaciones por monitorear el impacto a largo plazo de los proyectos ya finalizados, y por seguir al corriente de las necesidades de la comunidad, incluso cuando no tienen una posibilidad clara de ayudar a aliviarlas.
- La justicia y relaciones en la comunidad en los procesos de cierre. Muchas dinámicas y relaciones intracomunitarias pueden deteriorarse si al cierre de un proyecto, unos grupos se benefician más que otros o si se han creado divisiones entre ellos.
- El apoyo para que las comunidades estén mejor preparadas para futuras crisis. Las organizaciones humanitarias deben tratar de incorporar componentes de reducción y gestión del riesgo de desastres en sus respuestas, que empoderen y capaciten a las comunidades y organizaciones locales en la preparación ante futuras crisis.
El cierre de un proyecto humanitario debe comenzar el primer día
Las implicaciones de los aspectos éticos del cierre de un proyecto deben considerarse desde el propio diseño e inicio de las intervenciones. Sin embargo, en muchas ocasiones, se presta poca atención a los elementos relativos a la finalización de la acción, o a los planes de contingencia en caso de que su continuidad se vuelva insostenible. Con demasiada frecuencia, estos aspectos se completan copiando y pegando textos poco pensados, en la fase de redacción de propuestas para su presentación a convocatorias de donantes. Es más, este problema ocurre incluso en contextos en los que el fin anticipado de un proyecto es un escenario probable. Cuando estas cuestiones no se abordan en la fase de diseño y planificación, hay también altas posibilidades de que queden en un segundo plano durante la implementación, cuando la carga de trabajo y las prisas son mayores.
La evaluación continua del progreso de las actividades y sus resultados durante la implementación de un proyecto también permite tomar medidas que hagan más asumible y aceptable el cierre. Así se puede evitar pasar de una implementación acelerada de emergencia (porque se ha acumulado retraso en la ejecución financiera) a una detención abrupta de las actividades. Una reducción gradual permite que las familias y comunidades participantes y asistidas puedan anticipar cómo les afectará el cambio, y prepararse mejor y de una manera más progresiva al cierre. También ayuda a garantizar el respeto de la dignidad, el bienestar y los derechos laborales del personal local que termina sus contratos. Otros aspectos como la gestión ética y responsable de los datos recogidos durante el proyecto tampoco se pueden improvisar en el último momento.
La falta de planificación sobre la manera de hacer, de forma ética y responsable, el cierre de proyectos humanitarios incluso por causas repentinas, produce frustración y confusión. Dependiendo de las circunstancias pueden dañar también la imagen, reputación local y confianza generada por el sistema humanitario y sus organizaciones. Además de esto, en contextos humanitarios, un cierre mal planificado aumenta el riesgo de violencia e inseguridad.
La manera en la que cerramos los proyectos es un reflejo de lo que nos importan las personas y sus comunidades
Por todo lo anterior, resulta clave siempre abordar las consideraciones éticas del cierre de un proyecto, incluso antes de comenzarlo. Hacerlo no solo ayuda a reducir el daño no intencionado de las acciones humanitarias, sino que además demuestra que al sistema humanitario y sus actores realmente le importan las personas y las comunidades con las que trabaja. Esto es, al fin y al cabo, lo que hay tras el imperativo humanitario de aliviar el sufrimiento, y lo que nos legitima a seguir estando allá donde haga falta.
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Enlaces externos
- Bond, 2025. Closing programs whilst continuing to keep people safe: what to consider.
- The New Humanitarian, 2025. What’s your humanitarian exit plan?
- Humanitarian Health Ethics, 2023. Ethics and the closure of humanitarian healthcare projects.
- Humanitarian Health Ethics, 2023. What do communities value in humanitarian project closure? A guidance note.
- Hunt, 2023. What Does ‘Closing Well’ Entail for Humanitarian Project Data? Seven Questions as Humanitarian Health Projects Are (Being) Closed or Handed Over.
- Eckenwiler, 2023. Viewing humanitarian project closure through the lens of an ethics of the temporary.
- Hunt, 2020. Closing well: national and international humanitarian workers’ perspectives on the ethics of closing humanitarian health projects.
- Pal, 2019. Ethical considerations for closing humanitarian projects: a scoping review.