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Los ataques a centros de salud reducen su uso

Ataques a centros de salud
Foto: Bruno Abarca

En los últimos años se ha investigado mucho acerca del impacto de los conflictos en la salud y los sistemas de salud. Algunos estudios cualitativos han analizado las experiencias del personal sanitario y las personas de la comunidad. También ha habido resúmenes descriptivos más o menos globales que han explorado el efecto de la violencia generalizada en la disponibilidad y uso de los servicios de salud. Incluso se han realizado análisis sobre los efectos en morbimortalidad. Sin embargo, aún nos faltan muchísimos detalles concretos del efecto de los ataques a centros de salud, de forma concreta.

¿Cuáles son las consecuencias directas de un ataque a un centro de salud?

Un nuevo estudio, recién publicado, contribuye a abordar esta laguna de conocimiento. Así, un grupo de investigadores e investigadoras ha estudiado el impacto cuantitativo en el número de consultas resultante de ataques a centros de salud. La investigación ha cubierto unidades de salud de Hama, Idleb y Alepo en Siria que reportaban datos de uso y de ataques recibidos. Han estudiado más de tres variables principales: consultas ambulatorias en general, consultas de traumatología, y atención al parto:

Ataques a centros de salud y consultas ambulatorias

En cuanto a las consultas ambulatorias y por traumatología, han encontrado una reducción significativa respectiva del 51% y el 38% tras un ataque. Este efecto, que se ha apreciado desde el mismo día del ataque, ha perdurado durante semanas. En el caso de las consultas ambulatorias generales, la reducción en el uso de los servicios no volvió a la normalidad hasta al menos 37 días después. Esta cifra es aún mayor en el caso de ataques verificados y documentados por la ONG humanitaria Physicians for Human Rights. En estos ataques, la reducción de consultas generales y de traumatología se mantuvo hasta 68 días.

Ataques a centros de salud y asistencia al parto

En el caso de las consultas para la atención al parto, la reducción de su utilización bajó un promedio del 23% y no volvió a las cifras previas hasta al menos 42 días. Es llamativo que en este caso la reducción no comienza el mismo día del ataque, sino el siguiente. Esto, junto con la menor reducción de uso, podría ser consecuencia de una dura realidad de género: a las mujeres embarazadas no les quedaba otra opción. Incluso sabiendo que el centro sanitario acababa de ser bombardeado o atacado de otros modos, para ellas era la única posibilidad de recibir asistencia durante el parto. Aunque hace falta que investigación adicional pueda estudiar esto, parece una teoría plausible. En los días y semanas siguientes algunas mujeres sí podrían haber tenido tiempo de encontrar alternativas a la unidad de salud atacada.

La realidad podría ser aún peor en otros lugares

El equipo que realizó la investigación señala una importante limitación del estudio. Los datos podrían estar infraestimando el impacto de los ataques en la utilización de los centros de salud. El motivo es el nivel de preparación previa ante ataques que muchos de estos centros ya tenían, que no es con el que cuenta la mayoría. El conflicto en Siria había comenzado 6 años antes del periodo de recogida y análisis de datos. Para entonces, organizaciones humanitarias ya habían desarrollado planes de mejora de su resiliencia. 

Como resultado de las acciones de preparación, muchos de estos centros estaban fortificados o incluso construidos dentro de cuevas, para aumentar su protección frente a bombardeos. Es más, se habían adaptado los canales de aprovisionamiento de medicamentos y otros suministros médicos, para poder reabastecer con rapidez en caso de necesidad. Esto resultaba, además, más fácil que en otros sitios, por la proximidad de estos centros a la frontera con Turquía, donde había almacenes libres de ataques.

Este tipo de información es necesaria en más contextos humanitarios

El estudio solo ha cubierto tres provincias de Siria, y especialmente los escasos centros de salud con reporte sistemático de datos. Sin embargo, apenas se dispone de datos periódicos continuos sobre ataques y número de consultas en otros muchísimos centros de salud afectados por conflictos. Este vacío no solo afecta a Siria, sino a la mayoría de países en conflicto.

Poder establecer un vínculo causal directo entre ataques y utilización de servicios puede ser muy útil. No solo puede resultar de ayuda para la preparación en resiliencia ante bombardeos y agresiones para organizaciones humanitarias. También puede ofrecer evidencia cuantitativa que ayude en las acciones de incidencia y para exigir responsabilidades a los grupos armados

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