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Acceso a medicamentos y suministros

Acceso a medicamentos
Foto: Bruno Abarca

Un buen sistema de salud debe asegurar el acceso equitativo a medicamentos, vacunas, suministros médicos y tecnologías sanitarias a precios asequibles. También debe implementar un sistema robusto de regulación y control de estos productos para así garantizar su calidad, seguridad y eficacia. Todo esto es necesario, no solo para el buen desempeño y equidad del sistema, sino también para alcanzar la cobertura sanitaria universal. Sin embargo, en la práctica, más de dos mil millones de personas no tienen acceso a los productos médicos que necesitan, sobre todo en países de ingresos medios y bajos.

Cuando además se produce una crisis humanitaria, los actores del sector salud enfrentan desafíos adicionales para poder asegurar la disponibilidad de medicamentos de calidad. En estos contextos la regulación del mercado local suele ser deficiente y la importación está llena de obstáculos administrativos, logísticos y técnicos. Incluso cuando se consigue que los medicamentos estén disponibles, resulta difícil garantizar un uso adecuado.

En contextos frágiles hay grandes problemas de acceso a medicamentos

En países de ingresos medios y bajos, incluso después de superar las barreras para acceder a servicios de salud, las personas se encuentran con numerosos problemas para obtener los medicamentos que necesitan. Se estima que más de la mitad de los medicamentos que le son prescritos no están disponibles en los centros de salud públicos. Como resultado, los pacientes deben ir con su receta a comprarlos fuera de su propio bolsillo a un coste prohibitivo, en entornos donde en torno al 15% de los medicamentos que se encuentran en el mercado son de calidad deficiente o falsificados. Esto castiga especialmente a quienes menos recursos tienen. Este problema se agudiza aún más cuando hay una alta proporción de prescripciones inadecuadas. La OMS estima que el 9,5% de todo el gasto de las familias más pobres en países de rentas medias y bajas se destina a medicamentos.

Hace falta inversión pública en medicamentos esenciales

Se recomienda que los países determinen una lista nacional de medicamentos esenciales. Esto se puede hacer adaptando la lista modelo de la OMS, que se actualiza periódicamente desde 1977. Este tipo de listado prioriza los fármacos que son más importantes y efectivos para hacer frente a las necesidades de la población.

La financiación pública (y con colaboración internacional en algunos casos) de estos medicamentos permite que estén incluidos en los paquetes de beneficios y los diferentes esquemas de prepago y seguro de salud disponibles en el país. Así, además, se contribuye a reducir todo lo posible el gasto directo de bolsillo de la población.

Una enorme barrera para la inversión en acceso a medicamentos es su alto coste, sobre todo cuando no hay capacidad local de fabricación o no existen versiones genéricas disponibles. Sin embargo, no siempre se logra obtener los precios de estos medicamentos, dada la falta de transparencia de la industria farmacéutica y sus acuerdos comerciales. Se estima que cubrir las necesidades en medicamentos esenciales cada gobierno debería invertir anualmente, en promedio, de 13 a 25 dólares per cápita. Esta cantidad, no obstante, está lejos del nivel actual de inversión en países pobres

Gestionar la cadena de suministro de productos médicos supone un desafío en contextos frágiles

Todo se complica cuando faltan recursos: desde la obtención y producción de materias primas (cuando existe capacidad de fabricación local) hasta la logística de almacenamiento, transporte y distribución en todos los niveles asistenciales del sistema (para alcanzar a las personas usuarias en sus comunidades). Además, estas dificultades a menudo ocurren en  un sistema de salud débil en sus infraestructuras, recursos para almacenamiento y transporte, procedimientos, sistemas de información, regulación, y personal con la capacidad y los medios suficientes para sostener todo el ciclo de logística.

El ciclo de logística farmacéutica
JSI, 2020.

Hay riesgos vinculados a la calidad de los medicamentos y su prescripción

La mayoría de países de rentas medias y bajas carecen de agencias reguladoras con capacidad suficiente para evitar la circulación de medicamentos de calidad deficiente. Estos productos pueden estar afectados por procedimientos inadecuados de transporte y almacenamiento, no cumplir con los estándares de fabricación, o ser directamente falsificados. No se trata de un problema menor. Se estima que cada año se producen 122.000 muertes en niños y niñas menores de 5 años en 39 países de África subsahariana como resultado del uso de medicamentos antipalúdicos falsificados o de baja calidad.

El problema aumenta cuando las prescripciones en unidades de salud son inadecuadas. Esto puede ocurrir con prescripciones innecesarias (como antibióticos para infecciones virales), con prescripciones de medicamentos de marca (en lugar de versiones genéricas de idéntica calidad), o con prescripciones erróneas. Cuando las prescripciones de medicamentos no son racionales se añaden riesgos y cargas económicas adicionales para los pacientes y el sistema de salud en general.

Para muchos problemas de salud, no hay tratamientos efectivos

Existen importantes patologías y problemas de salud que afectan a países de rentas bajas y medias para los que no existen medicamentos efectivos disponibles. Esto en parte es debido a la falta de inversión en investigación y desarrollo para mercados que no resultan especialmente lucrativos para las empresas farmacéuticas. Esto, a su vez, sucede en el marco de un modelo global de protección de la propiedad intelectual que no genera incentivos adecuados para la investigación de medicamentos con un alto impacto en la salud pública.

No se investiga lo suficiente para el desarrollo de medicamentos para para las patologías que afectan más a las personas más pobres (como la malaria o la tuberculosis). Además, falta innovación en formulaciones de medicamentos como oxitocina o insulina con capacidad de resistir altas temperaturas en contextos donde resulta imposible mantener la cadena de frío.

Todo esto, además, ocasiona un grave problema adicional: la resistencia a antimicrobianos

En crisis humanitarias complejas, la mortalidad y mortalidad resultante del limitado acceso a medicamentos esenciales, aumenta además como consecuencia de la resistencia a antimicrobianos. Se trata de un grave problema, poco estudiado en estos entornos, con causas vinculadas a la fragilidad de los sistemas de salud y las barreras para el acceso a servicios de salud:

  • Acceso limitado a servicios de salud. Las poblaciones desplazadas enfrentan importantes barreras físicas y económicas de acceso, además de discriminación, falta de información sobre sus derechos, racismo institucional e incluso miedo a detenciones y deportaciones. Esto impide y retrasa la atención sanitaria.
  • Debilidad en la cadena de aprovisionamiento. El suministro interrumpido de antimicrobianos  fomenta la automedicación con medicamentos de baja calidad, adquiridos sin prescripción, y en proveedores sin licencia, cuando además hay escasa regulación del mercado farmacéutico.
  • Falta de higiene y de medidas de prevención de infecciones. Esto aumenta el riesgo general de enfermedades infecciosas, y especialmente la vulnerabilidad ante infecciones intrahospitalarias, frecuentemente resistentes a antimicrobianos.
  • Ausencia de medios diagnósticos. Sin capacidad de laboratorio, aumenta el uso inadecuado de antibióticos de amplio espectro y se imposibilita una adecuada vigilancia de la aparición de resistencias, lo que hace que queden invisibilizadas y sin detectar.
  • Prescripción inadecuada. La ausencia de personal capacitado, o el dilema de sacrificar calidad y supervisión de la atención sanitaria a cambio de que esté disponible con rapidez y en zonas remotas, en ocasiones resulta en un exceso en la prescripción de antibióticos.

El abordaje de este problema, que aumenta más a grupos vulnerables como niños y niñas pequeños/as y con malnutrición, es complejo y, hasta la fecha, no ha recibido la suficiente atención en la respuesta humanitaria.

El uso de medicamentos en intervenciones humanitarias

En medio de una emergencia humanitaria compleja, todo se dificulta aún más

En contextos humanitarios, las habituales dificultades de países de rentas medias y bajas para garantizar el acceso a medicamentos, suministros y tecnologías sanitarias se multiplican. Es el resultado de la violencia, la interrupción de algunas funciones esenciales del sistema de salud y el aumento agudo de las necesidades de la población. En estas emergencias, muchos actores humanitarios en salud tratan de intervenir. Ya sea con el objetivo de apoyar el aprovisionamiento y la cadena de suministro del sistema público de salud o haciéndose con los productos necesarios para poder prestar atención sanitaria de forma directa allí donde no existen, estos actores se encuentra con numerosos obstáculos.

Seleccionar los fármacos y suministros necesarios no es tarea fácil

Saber con precisión qué medicamentos y suministros se necesitan y en qué cantidad puede ser una tarea casi imposible en mitad de una emergencia humanitaria. A menudo en estos entornos no existen listados estándares de medicamentos y suministros médicos esenciales actualizados, ni controles adecuados de stock en farmacia. 

En estos casos es común comprar kits especialmente diseñados. El Interagency Emergency Health Kit, por ejemplo, es un set de varios módulos de medicamentos y suministros médicos que pesa aproximadamente una tonelada y que está diseñado para cubrir las necesidades de emergencia de productos médicos durante 3 meses para una población de 10.000 personas. Existen además otros kits adicionales para salud mental o salud sexual y reproductiva, por ejemplo.

No obstante, los kits no están diseñados para reaprovisionar unidades y equipos de salud. Tras la entrega de un kit se debe realizar una gestión adecuada que permita conocer el promedio mensual de consumo y estimar de una forma más precisa las necesidades de productos médicos a partir de esos tres meses iniciales.

En muchos casos, sin embargo, las ONGs y agencias humanitarias intervienen en contextos de crisis prolongadas donde, aunque ya no resulta lógico hacer una compra «genérica» de un kit, los servicios de salud locales no llevan un control adecuado del consumo y tienen dificultades para hacer estimaciones fiables de necesidades. En estos casos, y si hay suficiente información epidemiológica y de la actividad de los servicios de salud, se pueden aproximar estimaciones basadas en actividad y morbilidad. Esto requiere calcular el número de unidades de un medicamento que son necesarias para el tratamiento estándar de un episodio y estimar el número de episodios que anticipamos o que creemos que podremos tratar con los equipos y tiempo de que disponemos.

Lo recomendable es comprar medicamentos a través de proveedores internacionales validados

Existe un enorme riesgo de circulación de medicamentos de baja calidad y falsificaciones en los mercados locales. Esto puede resultar en falta de eficacia terapéutica, toxicidad e incluso en la generación de efectos adversos de gravedad.

Por ello, la mayoría de donantes, ONGs internacionales y agencias humanitarias tienen estrictos procedimientos de compra de medicamentos y suministros médicos. Estos determinan que, si no existen garantías suficientes de poder encontrar productos seguros y de calidad fabricados o distribuidos localmente, estos deben ser importados desde centrales internacionales de compra humanitaria y proveedores especializados. Algunos de estos proveedores son organizaciones como IDA Foundation o Farmamundi, especializadas en suministrar productos médicos de calidad a precios razonables a actores humanitarios y países en necesidad. 

En ciertos contextos donde para muchas organizaciones la importación no es una posibilidad, debido a limitaciones legales y administrativas impuestas por las autoridades locales, la decisión final de hacer o no aprovisionamiento local se basa en un análisis de riesgo y beneficio. El trabajo de otras organizaciones como QUAMED, que audita y evalúa el mercado local de medicamentos, ayuda a agencias y ONGs a identificar proveedores que cumplan los estándares GSDP, MQAS y GMP.

En cualquier caso, ya sea por la vía internacional o con una compra local (como último recurso y siguiendo los procedimientos necesarios para garantizar calidad y seguridad), una compra de medicamentos requiere varias semanas e incluso meses para su lanzamiento y entrega. Por ello, si no se planifica bien o se gestiona de manera con procedimientos ágiles y bien establecidos, se corre el riesgo de que llegue mucho más tarde de lo deseado. En ocasiones la única manera de garantizar el suministro a tiempo es a través de su preposicionamiento, una estrategia que a veces choca con la rigidez de la financiación humanitaria en proyectos de ciclos cortos.

Es necesaria una buena estrategia de inventario y utilización de productos médicos

Una vez que los medicamentos y otros productos médicos ya se encuentran disponibles, las organizaciones humanitarias deben asegurar que existe una adecuada estrategia de inventario y gestión de almacenamiento, transporte y distribución. El trabajo de estas organizaciones también puede ayudar a mejorar las prácticas de prescripción racional de medicamentos, la información que proveedores de atención sanitaria (desde personal médico a agentes de salud de la comunidad) dan a las personas usuarias, y a promover un correcto uso que garantice su eficacia y seguridad.

Para el acceso a medicamentos, la incidencia política es clave

Desde la óptica de un enfoque de nexo es lógico completar la acción humanitaria a corto plazo con proyectos de cooperación que tengan un propósito más transformador. En estos casos, junto con la asistencia técnica, la influencia a tomadores de decisiones debe ser una prioridad.

Estas acciones pueden dirigirse a aumentar la inversión pública en medicamentos, vacunas, suministros médicos y tecnologías sanitarias, desarrollar listados de medicamentos esenciales y políticas dirigidas al uso de genéricos, implementar mecanismos de regulación y control del mercado local de productos médicos, reforzar la estrategia de inventario y de cadena de suministro, o desarrollar programas formativos y de supervisión que aborden la prescripción y uso racional de medicamentos.

Algunas organizaciones incluso realizan importantes acciones de movilización social, comunicación e incidencia política para reclamar leyes justas de propiedad intelectual que equilibren la innovación y el acceso a medicamentos. Algunas alianzas trabajan buscando justicia en casos donde las farmacéuticas utilizan estrategias comerciales para abusar de las leyes y subir los precios o negociarlos de manera opaca. 

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