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Sistema de información de salud

Sistema de información de salud
Foto: Bruno Abarca

Un buen sistema de información de salud tiene básicamente tres objetivos. El primero es generar información acerca del estado de salud de la población, el desempeño del sistema y sus servicios, y los determinantes sociales de salud. Esto lo consigue generando, recopilando, analizando y comunicando datos que permiten la toma de decisiones para alcanzar la cobertura universal de salud, por ejemplo. El segundo objetivo es el de permitir reaccionar a amenazas para la salud pública. El tercero es sintetizar información para su transformación en conocimiento aplicable.

¿Qué compone un sistema de información de salud?

Un sistema de información de salud se compone de varios elementos: recursos, indicadores, fuentes de datos, manejo de datos, productos de información, y la diseminación y uso de la información.

Los recursos del sistema de información de salud incluyen medios, gobernanza y tecnología

Los recursos del sistema de información de salud incluyen la coordinación y liderazgo, la financiación, el personal y el apoyo logístico, y el marco legal y normativo que lo sostiene, pero también las tecnologías informáticas y de comunicación

Entre estas tecnologías hay que destacar algunas herramientas que han marcado un antes y un después en muchos países de ingresos medios y bajos, como el DHIS2 (District Health Information System 2). Se trata de un software de código abierto y con bajos requerimientos de hardware para su uso que ha permitido a áreas de salud en más de 80 países contar con tecnología moderna adaptada a contextos con bajos recursos y conectividad. DHIS2 permite la recogida, gestión y síntesis de datos para la toma de decisiones. Otras herramientas como KoboToolbox, diseñadas específicamente para su uso en contextos humanitarios, también han permitido que miles de organizaciones puedan aplicar encuestas y cuestionarios con rapidez, seguridad y bajo coste.

Los indicadores son el corazón del sistema de información de salud

Los indicadores permiten sintetizar información clave acerca de los determinantes de salud, la situación de salud de la población y la situación del sistema de salud. Una buena selección de indicadores puede formar un conjunto mínimo de datos para sostener las funciones del sistema de salud y la toma de decisiones. Sin embargo, a menudo no resulta viable aumentar demasiado el número de indicadores a calcular y reportar, por la sobrecarga que puede suponer para el sistema y la incapacidad para producirlos con suficiente fiabilidad y precisión.

Muchos sistemas de salud incluyen entre su conjunto mínimo de indicadores aquellos recomendados por la OMS, o aquellos que contribuyen a dar información acerca de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Las organizaciones que trabajan apoyando a los servicios de salud en ocasiones requieren acceso a estos u otros indicadores para el monitoreo de sus resultados. El apoyo de estas organizaciones al sistema de salud y su sistema de información les permite beneficiarse de la disponibilidad de estos datos clave.

Las fuentes de datos son múltiples

Los datos para el cálculo de indicadores y para el sistema de información de salud en general se pueden obtener de diferentes fuentes: 

  • Desde las unidades de salud se pueden obtener registros individuales de pacientes, su estado de salud y las intervenciones que reciben. También tienen la capacidad de generar información estructurada acerca de los servicios disponibles, infraestructura e instalaciones, la gestión logística de medicamentos y suministros, el personal de salud, y la gestión financiera.
  • Las fuentes de información que permiten tener datos acerca de la población incluyen el registro civil, el censo poblacional y los resultados de encuestas poblacionales. Estas permiten obtener detalles acerca de factores de riesgo, determinantes sociales de salud, conocimientos, actitudes, prácticas y acceso a servicios, entre otros aspectos.
  • Finalmente, cabe destacar también los sistemas de vigilancia epidemiológica, que permiten obtener información de amenazas a la salud pública y la incidencia de enfermedades con potencial para producir epidemias, ante las que hay que responder.

Una adecuada gestión de los datos permite la generación de productos como informes

Es necesario que haya una gestión adecuada de datos que permita su recogida, almacenamiento, limpieza, procesamiento, compilación y análisis

Esto se explica claramente con un ejemplo: la vigilancia epidemiológica. De nada sirve tener poderosas herramientas y fuentes de datos si no hay un procedimiento para que la persona responsable de un centro de salud notifique un caso de diarrea acuosa aguda que le haga sospechar de una posible infección de cólera, o si la persona responsable en el distrito de salud no recibe una alerta a tiempo que le haga investigar el caso. Igualmente, el sistema debe ser capaz de traducir los datos obtenidos a través de sus diferentes fuentes en indicadores, para así permitir su análisis y monitoreo.

Finalmente, la información disponible ya analizada se debe convertir en productos como informes y documentos concisos y fáciles de entender. Así se pasa de datos a evidencias y de evidencias a conocimiento, para ponerlo al servicio de las personas que deben tomar decisiones acerca de acciones en salud.

¿Cómo asegurar la información sobre salud durante una emergencia?

En una crisis humanitaria las dificultades para disponer de información fiable se multiplican

Cuando más indispensable resulta disponer de información completa y lista para su uso y diseminación en tiempo récord, es cuando precisamente hay menos recursos. De hecho, lo habitual es que las emergencias también impacten contra los sistemas de salud y sus sistemas de información, reduciendo sus recursos y capacidad.

En estos contextos, entran en juego muchos actores humanitarios adicionales que, aunque pueden contribuir con sus propios recursos a generar información y sostener el sistema, también tienen prioridades y necesidades específicas de datos para evaluar necesidades e identificar o monitorear intervenciones, así como herramientas propias para obtenerlos, analizarlos y sintetizarlos. Como resultado, y a pesar de los esfuerzos de los mecanismos de coordinación humanitaria, es casi inevitable que se produzca una fragmentación del sistema de información de salud.

El cálculo de la mortalidad: un ejemplo de los desafíos del sistema de información de salud

La tasa bruta de mortalidad es el número de muertes que se producen en un periodo por cada 1000 habitantes. Se trata de un indicador (en teoría) fácil de medir, con muchas fortalezas: nos puede dar información clave sobre la magnitud de una crisis humanitaria, lo hace de una forma que es fácil de entender por el gran público y los/as tomadores de decisiones, y nos permite además trabajar con umbrales de emergencia. Por ejemplo, tradicionalmente se ha usado el de  1 muerte por cada 10.000 personas en un día, o el doble del valor inicial de la tasa, para definir si hay una verdadera emergencia humanitaria.

Sin embargo, los problemas para calcular estos datos y usar sus umbrales en contextos frágiles, sin embargo, son muchos:

  • El registro nacional de nacimientos y defunciones puede no ser fiable, o entrar en contradicción con los datos provenientes de otras instituciones. En algunos casos, además, este registro se desmorona, siendo necesario establecer un sistema de vigilancia de mortalidad.
  • Es habitual que haya grupos políticos que nieguen las cifras dadas, con o sin fundamento. Rara vez hay una entidad independiente (y aceptada por todos los bandos) que verifique la información.
  • Puede resultar imposible llevar un registro del número de muertes indirectas, por producirse entre población desaparecida.
  • El uso del umbral de emergencia puede ser inviable fuera de campos de refugiados (donde las cifras poblacionales son difíciles de contabilizar), cuando no hay un valor inicial claro de referencia, en poblaciones ya castigadas por crisis previas y valores de mortalidad basales elevados, o si la crisis se desarrolla lentamente, sin producir picos evidentes, a pesar del elevado sufrimiento de la población.

Vistos los desafíos para la mortalidad, es fácil imaginar la dificultad para calcular otros indicadores clave -y que nos dan mucha más información-. Estos incluyen la tasa global de desnutrición aguda, la cobertura de partos atendidos por personal especializado, o el porcentaje de población con un adecuado consumo de alimentos o las coberturas de vacunación infantil, entre otros muchos.

En muchos casos resulta imprescindible recurrir a encuestas poblacionales

Es habitual que, como parte de la acción humanitaria en los países afectados por crisis, y como complemento al apoyo a los servicios de salud y el sistema de información que emplean, resulte clave la realización de encuestas que permita el monitoreo de la situación en condiciones difíciles.

Entre las encuestas, cabe destacar aquellas con muestreo aleatorio en varias fases. Esta metodología permite seleccionar una muestra representativa de la población dividiendo a la población en varios clusters y seleccionar algunos de ellos aleatoriamente en una primera fase. A continuación se selecciona una muestra aleatoria de familias de esos clusters en una segunda fase -por ejemplo-. Esta metodología es comúnmente empleada en encuestas de mortalidad, encuestas SMART (Standardized Monitoring and Assessment of Relief and Transitions), para medir la mortalidad y el estado nutricional de niños y niñas menores de cinco años), y encuestas MICS (Multiple Indicator Cluster Survey), para medir aspectos ligados a la salud reproductiva, materna e infantil, por ejemplo.

También se usan otras muchas encuestas y metodologías que nos permiten medir la situación de inseguridad alimentaria, recoger datos sobre las necesidades humanitarias, o analizar la situación de los servicios de salud.

La vigilancia epidemiológica y los sistemas de alerta temprana permiten detectar "señales"

En crisis humanitarias también hay que mantener el control de riesgos de enfermedades con potencial epidémico. De hecho, la vigilancia y detección de posibles eventos de salud pública es el primer paso en la respuesta a epidemias.

Cuando el sistema de información de salud habitual no puede asumir estas funciones, es posible cubrir esta necesidad de forma temporal con metodologías como EWARS (Early Warning and Response System). Se trata de un sistema de instalación rápida que permite detectar posibles eventos de salud pública, y que incluye también procedimientos y herramientas para gestionar las alertas y responder con acciones de salud pública. Un sistema EWAR, no obstante, no cubre (ni pretende cubrir) todas las funciones y roles de un sistema nacional de información de salud y vigilancia. Medir la carga de enfermedad, la mortalidad de una población o el desempeño de los servicios de salud queda fuera de su alcance.

El rol de la comunidad también puede ser clave para sostener un sistema comunitario de vigilancia epidemiológica, nutricional y de riesgos para la salud a través de la colaboración voluntaria de vecinos y vecinas. Así, agentes comunitarios/as de salud bien formados y remunerados pueden seguir el estado nutricional y la cobertura vacunal infantil de su pueblo. También pueden vigilar el acceso a cuidados prenatales y la posibilidad de las mujeres embarazas de tener un parto asistido. Incluso pueden controlar la aparición de enfermedades con potencial epidémico, o notificar posibles casos sospechosos de cólera, poliomielitis, meningitis u otras enfermedades graves y de declaración obligatoria.

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