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Infecciones respiratorias y tuberculosis

Tuberculosis y otras infecciones respiratorias
Foto: Bruno Abarca

Las infecciones respiratorias constituyen la principal causa de muerte evitable en contextos humanitarios y con escasos recursos. Este grupo de patologías incluye infecciones del tracto respiratorio superior (que afectan la laringe, faringe, oído medio, fosas nasales y senos paranasales) como el resfriado común o la faringitis, y del tracto respiratorio inferior (que afectan a los pulmones, la traquea y los bronquis) como la neumonía o la bronquitis. Entre las enfermedades infecciosas que afectan los pulmones se encuentra la tuberculosis, una patología que afecta de manera desproporcionada a las personas más pobres.

Infecciones respiratorias agudas en crisis humanitarias

Las infecciones respiratorias han sido, durante muchos años, la principal causa de muerte en menores de 5 años en todo el mundo. Entre ellas, las más preocupantes son las infecciones respiratorias de vías bajas, especialmente la neumonía.  Esta es la causante del 14% de todas las muertes en este grupo de edad. Hoy se disponen de importantes herramientas tanto para la prevención como el tratamiento de las infecciones respiratorias agudas. Sin embargo, ambas cosas aún constituyen un desafío en contextos humanitarios.

Retos para la prevención de la neumonía en crisis humanitarias complejas

Hoy, se conocen bien las causas del aumento del riesgo de las infecciones respiratorias en emergencias. Por ejemplo, las muertes por neumonía están muy relacionadas con el aumento de vulnerabilidad debido a la malnutrición, incluyendo la desnutrición aguda y crónica, y la deficiencia de vitamina A.  Además, el hacinamiento, la precariedad de los refugios y viviendas (sobre todo en climas fríos) y la pobre calidad del aire en interiores aumenta su riesgo. Sin embargo, abordar todos estos factores de riesgo en contextos de desplazamiento, conflicto y crisis prolongadas supone un enorme desafío.

Por otra parte, hay vacunas para las infecciones por Haemophilus influenzae tipo B y por Streptococcus pneumoniae, las causas más habituales de neumonía. Además, ambas vacunas pueden conferir protección inmediata (aunque menos duradera) frente a estos patógenos, con pautas reducidas. Esto en ocasiones es necesario para poder alcanzar inmunidad en grupos ampliados de edad. Sin embargo, estas vacunas a menudo no están disponibles al derrumbarse los programas de vacunación de rutina en medio de las crisis humanitarias. Además, en muchísimos casos estas vacunas no son priorizadas en las campañas masivas de vacunación que tratan de cubrir esa brecha de los servicios.

Hay un serio problema con el tratamiento de estas infecciones en los lugares con menos recursos

En estos contextos suele haber un uso indiscriminado e inapropiado de antibióticos. Esto ocurre a pesar de su alto coste, muchas veces cubierto de forma directa por el bolsillo de la persona afectada. De hecho, se ha llegado a estimar que el 75% del uso de antibióticos ambulatorios se destina a tratar infecciones respiratorias agudas.

A menudo la norma es el tratamiento empírico con antibióticos, sin sospecha clara de infección bacteriana, a pesar de que muchas infecciones respiratorias agudas son causadas por virus (que suelen causar cuadros más leves). Esto es en parte debido a la falta de métodos diagnósticos. También influyen las carencias en la formación y supervisión del personal sanitario de puestos de salud en zonas rurales y remotas acerca del uso racional de medicamentos. Este personal, además, atiende a personas que demandan inyecciones o tratamientos con múltiples productos, por tener la percepción de ser más efectivos.

Tuberculosis en crisis humanitarias complejas

La tuberculosis es un gran problema de salud pública que no siempre se prioriza

La tuberculosis es una de las principales causas de muerte en países empobrecidos de África, Asia y Latinoamérica y la principal causa de muerte en personas con VIH. Ha habido una reducción progresiva de su prevalencia con los años, en parte como resultado del uso de la vacuna BCG en niños. Sin embargo, cada año, más de un millón de personas, casi todas adultas (en las que la vacuna BCG no es efectiva), mueren por tuberculosis.

La importancia de la tuberculosis se hace muy patente y visible en las crisis humanitarias complejas en las que hay grandes poblaciones desplazadas. Esto suele ocasionar que haya pobres condiciones de vida en zonas de alta densidad poblacional, con acceso limitado a servicios de salud. Estas poblaciones a menudo están desnutridas y expuestas a otras muchas enfermedades infecciosas. De hecho, la mayoría de los países con alta carga de tuberculosis son origen o destino de miles de refugiados y refugiadas. A pesar de todo esto, la patología rara vez se sitúa entre las prioridades claves a abordar en los primeros momentos de las emergencias humanitarias.

Los desafíos para hacer frente a la tuberculosis son muchos. Estos están relacionados con el abordaje de los determinantes sociales de la infección y sus consecuencias, su prevención en adultos, su diagnóstico temprano, o las dificultades para alcanzar un tratamiento exitoso.

¿Cómo mitigar el riesgo de tuberculosis y sus complicaciones en crisis humanitarias?

Es prioritario que hayan sistemas de protección social y de alivio de la pobreza, adecuada preparación para la respuesta a emergencias, y fuertes sistemas de salud. Estos sistemas deben apostar por la cobertura universal de salud, una adecuada vigilancia epidemiológica y una sólida base comunitaria y de movilización social. Esto permite ofrecer información a la población, tratamiento preventivo a personas con la infección (pero sin enfermedad activa) y contactos, y la aplicación de medidas preventivas para la transmisión de infecciones respiratorias. 

Se espera que en el futuro, además, haya vacunas que superen las actuales limitaciones de la vacuna BCG, que solo ofrece protección en niños y niñas. Las nuevas vacunas deberán ofrecer protección en población adolescente y adulta, con mayor riesgo de enfermedad grave y mortalidad.

Mejorar el diagnóstico temprano de la tuberculosis es también una prioridad

En poblaciones desplazadas, es importante poder realizar un despistaje basado en signos clínicos de la enfermedad en el punto de destino o registro. El despistaje debe también permitir identificar personas que estaban ya en tratamiento y que necesitan continuarlo cuanto antes para minimizar el riesgo de resistencias a antibióticos. Esto, por supuesto, también debe realizarse en las familias que se reubican en comunidades huésped, pero su dispersión lo hace más difícil. El despistaje, en todos los casos, siempre hacerse con garantías de protección y sin riesgo de repatriación.

El diagnóstico temprano no solo permite iniciar antes el tratamiento y minimizar el riesgo de casos graves, sino también interrumpir la transmisión de la enfermedad a otras personas. Es también fundamental aumentar el acceso en estos contextos a las más modernas pruebas diagnósticas disponibles. Estas incluyen radiografía móvil y tests de diagnóstico molecular.

Lograr el éxito del tratamiento contra la tuberculosis, el último gran reto

Lograr el éxito del tratamiento antituberculoso es una tarea realmente compleja. Puede requerir programas de observación directa del uso de la medicación, con la participación activa de agentes comunitarios/as de salud y organizaciones locales. Además, son necesarios protocolos para la continuación del tratamiento en poblaciones en movimiento a través de diferentes países, en múltiples puntos de atención sanitaria. Finalmente, es clave asegurar el acceso a los medicamentos y regímenes terapéuticos más eficaces. El tratamiento efectivo de la tuberculosis requiere el uso combinado y simultáneo de varios antibióticos a dosis fijas durante unos 6 meses. Es así como se puede lograr interrumpir el lento crecimiento de la bacteria y minimizar el riesgo de resistencias. 

Sin embargo, el tratamiento de la tuberculosis resistente (o extremadamente resistente) a antibióticos puede requerir una atención especializada (incluyendo cirugía) que rara vez está disponible en crisis humanitarias. Además, son necesarios muchos más medicamentos más tóxicos (con fuertes efectos secundarios) y durante más tiempo (hasta dos años). Aún así, estos tan solo consiguen alcanzar la curación en la mitad de los pacientes, y aún menos en los casos de tuberculosis extremadamente resistente. En ocasiones hacen falta también cuidados paliativos. Por todo ello, no solo hace falta acceso a los mejores medicamentos existentes, sino investigación en nuevos productos más efectivos que además permitan reducir la duración y los efectos adversos de los regímenes terapéuticos.

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