Acción humanitaria y cooperación  »  Conceptos básicos  »

El espacio humanitario

espacio humanitario
Foto: Bruno Abarca

El espacio humanitario es esencial para que los actores puedan ofrecer asistencia y protección a las personas en necesidad en contextos humanitarios, siempre actuando bajo el marco de los principios humanitarios de humanidad, neutralidad, imparcialidad e independencia.

El espacio humanitario está legalmente protegido por el Derecho Internacional Humanitario (DIH) pero está siempre sujeto a continuas amenazas que lo limitan, como interferencias políticas o militares, medidas antiterroristas, sanciones internacionales, ataques a personal humanitario, trabas legales, o barreras administrativas y burocráticas. Por ello se debe proteger, con incidencia y diplomacia humanitaria, desde el compromiso por los principios humanitarios y en un marco de colaboración y coordinación entre actores humanitarios.

¿Qué es el espacio humanitario y por qué es importante protegerlo?

En el espacio humanitario es posible ofrecer asistencia y protección neutral en emergencias

El espacio humanitario es el entorno físico y simbólico en el que los actores humanitarios pueden realizar sus operaciones de manera segura y sin impedimentos para ofrecer asistencia y protección a las personas en necesidad. En este espacio pueden actuar guiados por los principios humanitarios de humanidad, neutralidad, imparcialidad e independencia, y bajo el marco legal del derecho humanitario internacional. En el espacio humanitario las organizaciones humanitarias pueden negociar y disponer de acceso a las personas afectadas por la emergencia, sin bloqueos militares o interferencias políticas.

Este espacio, sin embargo, es frágil. Depende de acuerdos con todos los actores implicados en la crisis humanitaria, incluyendo gobiernos y grupos armados, y se encuentra continuamente amenazado. Cuando las amenazas terminan por restringir el espacio humanitario, el acceso humanitario se vuelve extremadamente difícil. No solo se impide que los actores humanitarios trabajen con proximidad y confianza con la población. Se priva también a las personas afectadas por la crisis humanitaria y sus comunidades de poder alcanzar los servicios y bienes que necesitan para su supervivencia y bienestar, de una manera segura y digna.

Entre muchas personas expertas existe la percepción de que la presión sobre el espacio humanitario está aumentando de forma progresiva, en paralelo con el aumento de los conflictos. No obstante, también hay que defiende que esa presión siempre ha estado y que lo que ha cambiado es la manera en la que se ejerce.

La protección del espacio humanitario está amparada por el Derecho Internacional Humanitario

Aunque el Derecho Internacional Humanitario no aborda de manera explícita el concepto de espacio humanitario, sí establece normas y principios para proteger a los actores humanitarios (que deben actuar con neutralidad, sin tomar partido en el conflicto) y asegurar que puedan operar sin interferencias.

Por ejemplo, en él se recoge que el personal humanitario debe ser respetado y protegido en todas las circunstancias y que deben evitarse los ataques contra sus instalaciones. En él también se regula que los actores políticos y militares no deben interferir en las actividades humanitarias, permitiendo así a sus actores preservar su neutralidad e independencia y acceder a la población en necesidad de asistencia. Es más, las partes implicadas en un conflicto no pueden negar el acceso a organizaciones humanitarias imparciales si hay graves necesidades humanitarias, como riesgo de hambruna.

El Derecho Internacional Humanitario, sin embargo, es violado continuamente por grupos armados que no lo respetan y, de manera más indirecta, por países que no promueven o exigen su cumplimiento al relacionarse con estos grupos.

Las causas de la reducción del espacio humanitario

Ataques contra el personal humanitario

Los ataques contra actores humanitarios constituyen un enorme riesgo para las organizaciones y su personal, así como para para la población afectada por una crisis compleja. Se trata de ataques deliberados en forma de bombardeos, tiroteos, explosivos, asaltos, secuestros y violaciones, que provienen de diferentes grupos armados, desde bandas a grupos terroristas y ejércitos estatales. Esta violencia amenaza la viabilidad de las intervenciones y a menudo imposibilita el acceso a las poblaciones más vulnerables y necesitadas de asistencia. En otros casos, además, puede haber violencia hacia la población en necesidad de ayuda humanitaria, especialmente cuando se trata de población desplazada y migrante, y cuando hay movimientos políticos populistas que la impulsan.

Tradicionalmente la mayoría de ataques han estado dirigidos a ONGs internacionales. Sin embargo, los ataques a ONGs nacionales, muchas veces socias de las internacionales y generalmente con menos recursos y capacidad para su protección, parecen estar en aumento en los últimos años. En cualquier caso, y para ambos tipos de organizaciones, más del 90% de las víctimas son trabajadores y trabajadoras nacionales

El riesgo de estos ataques ha aumentado en los últimos años, en los que progresivamente ha aumentado el área geográfica bajo conflicto, la frecuencia e intensidad de los incidentes, y la información de la que disponemos sobre ellos. Ante este aumento del riesgo, las organizaciones humanitarias adoptan diferentes estrategias de seguridad.

La politización, instrumentalización y militarización de la ayuda humanitaria

La ayuda humanitaria es a menudo politizada y manipulada. Esto ocurre cuando países donantes utilizan la acción humanitaria como herramienta al servicio de sus propios objetivos políticos y de seguridad, por ejemplo obligando a los países receptores a que realicen cambios en sus políticas a cambio de recibir asistencia. Además, a menudo la ayuda es instrumentalizada por poderes políticos y militares locales, que la usan para ganar apoyos políticos y legitimar sus acciones, o que impiden el acceso humanitario a zonas controladas por grupos opositores. También puede ocurrir que las autoridades extorsionen a las organizaciones humanitarias, permitiéndoles el acceso humanitario para poder hacer evaluaciones de necesidades o implementar proyectos solo a cambio de que permitan lo anterior, en mayor o menor medida, usando a la población civil en necesidad prácticamente como rehenes.

Este tema resulta especialmente sensible en operaciones cross-line o cross-border, en las que para alcanzar a la población en necesidad de asistencia y protección, las organizaciones humanitarias deben cruzar de manera repetida la línea del frente o fronteras internacionales, a zonas controladas por grupos armados distintos. A menudo, los gobiernos nacionales no consienten estas operaciones, sin más motivos que los políticos. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ha tenido que intervenir varias ocasiones para, tras duras negociaciones internas (en ocasiones para lograr la retirada de vetos de los países miembros), autorizar el acceso humanitario a estas zonas.

La militarización de la ayuda humanitaria también reduce el espacio humanitario. Un ejemplo ocurre cuando las autoridades obligan a las organizaciones a utilizar escoltas armadas. Esta medida, bajo el pretexto de protección del personal humanitario, les pone en gran riesgo. Compromete su neutralidad, les asocia visiblemente con un grupo armado, les convierte en objetivos de otros grupos armados y erosiona la confianza de la población local hacia ellos.

Las sanciones internacionales y medidas antiterroristas

Las sanciones son medidas coercitivas aplicadas por un gobierno u organismo internacional sobre otro estado. Se utilizan como presión para que se cumplan normas internacionales o se modifiquen conductas que amenazan la estabilidad o la seguridad internacional. Las sanciones pueden ser de muchos tipos, incluyendo restricciones comerciales, congelación de activos financieros, limitación de relaciones diplomáticas, embargos de armas, etc.

Por otra parte, los donantes también aplican medidas antiterroristas para evitar el riesgo de que los fondos destinados a la acción humanitaria terminen en manos de grupos terroristas, o que se les llegue a beneficiar de otros modos. Estas medidas incluyen, entre otras, exhaustivos requisitos de verificación de socios locales y beneficiarios, restricciones para las transacciones a ciertos destinos, aumento en las obligaciones de informes detallados que demuestren con claridad cómo se usan los recursos, prohibiciones de establecer contacto o interactuar con ciertos grupos armados designados, aplicar ciertos procedimientos obligatorios de gestión de riesgos, limitar el tipo de actividades que se pueden implementar, y formar a todo el personal en leyes antiterroristas.

Todas estas medidas, aunque en principio tienen un finalidad lógica, llegan a restringir significativamente la capacidad operativa humanitaria. Esto se debe a que a las organizaciones humanitarias (que respetan los principios fundamentales) se les limita su legítimo derecho a negociar el acceso humanitario con todas las partes implicadas en un conflicto, y se les restringe las áreas y poblaciones con las que puede intervenir. Las organizaciones también se pueden ver obligadas a priorizar con extrema cautela complejos procedimientos para no arriesgarse a incumplir las normas antiterroristas, incluso por encima de la respuesta humanitaria basada en las necesidades humanitarias, que debería estar por encima de todo.

Restricciones legales, burocráticas, operativas y administrativas

Son muchas las barreras que se emplean para comprometer el espacio humanitario y reducir el acceso. Entre ellas está el bloqueo y la complicación arbitraria de los procesos de registro y obtención de permisos para establecerse y operar en el país o para acceder a áreas afectadas por la emergencia, así como la revocación arbitraria de autorizaciones ya concedidas. Junto a esto, a menudo se añaden otros obstáculos, como las prohibiciones para importar o introducir en las zonas afectadas equipamiento y suministros esenciales, o limitaciones en las posibilidades de realizar y recibir transferencias bancarias, por ejemplo. También es frecuente que autoridades que desean restringir el espacio humanitario limiten la concesión de visados de entrada en el país al personal humanitario o la extensión de su duración. 

En ocasiones también se llega a impedir a las organizaciones humanitarias que puedan distribuir la ayuda directamente. En su lugar, deben operar a través de agencias gubernamentales u organizaciones locales seleccionadas por estas, que toman todo el control sobre qué se hace, o qué se distribuye, a quién y cómo. Otra restricción puede ser exigir, para poder operar, la entrega de datos que permitan identificar a las personas asistidas o al propio personal humanitario. Este tipo de medidas no solo son abusivas, sino que entran en claro conflicto con los principios humanitarios, situando a las organizaciones en complejos dilemas éticos.

En ocasiones, además, las organizaciones se enfrentan a restricciones políticas y legales adicionales. Un ejemplo puede ser el caso de leyes que prohíben o criminalizan la asistencia humanitaria a ciertos grupos, como personas refugiadas, solicitantes de asilo, desplazadas, o en necesidad de rescate marítimo. En estos casos, los gobiernos tratan de obstaculizar las operaciones humanitarias, que son reemplazadas por intervenciones de vigilancia y control policial.

Estrategias para la protección del espacio humanitario

El cumplimiento de los principios humanitarios de neutralidad e independencia

Un requisito, a menudo imprescindible, para poder garantizar y reivindicar el espacio humanitario es el cumplimiento de los principios humanitarios de neutralidad e independencia. Actuar sin tomar partido en conflictos o disputas políticas y sin influenciarse o vincularse con poderes políticos, militares y económicos puede ser clave para mantener la legitimidad y credibilidad necesarias que permitan negociar el acceso humanitario con todas las partes implicadas en el conflicto y trabajar en entornos altamente polarizados.

La obligación de cumplir estos principios, sin embargo, limita el alcance de la respuesta humanitaria. Aunque las causas y las soluciones de las crisis humanitarias complejas son políticas, quedan a menudo fuera de lo que estas organizaciones pueden tratar de abordar.

Aunque las organizaciones humanitarias hacen incidencia para reivindicar el espacio humanitario, defender el acceso a la ayuda, proteger los derechos humanos y exigir el respeto del Derecho Internacional Humanitario, en ocasiones no pueden ir más allá. Para poder ofrecer asistencia y protección en estos entornos complejos se ven obligadas a no abordar iniciativas de construcción de paz o la promoción de cambios sistémicos en desigualdades y gobernanza. El motivo es doble. Por un lado, queda fuera de lo que asumen como su mandato o misión y capacidades. Por otro lado, además, embarcarse en esas acciones requeriría colaboración estrecha con autoridades, lo que podría comprometer su neutralidad e independencia. Para priorizar el acceso a la población necesitada, a menudo las organizaciones humanitarias deben ser muy cuidadosas con la manera de gestionar las tensiones que existen con el enfoque de Nexus humanitario-desarrollo-paz.

La diplomacia humanitaria y la incidencia sobre el Derecho Internacional Humanitario

Estas acciones se centran en influir en las partes implicadas en un conflicto armado para garantizar el acceso seguro y sin restricciones a las poblaciones en necesidad. Esta estrategia incluye la negociación con gobiernos y grupos armados para establecer acuerdos que permitan la entrega de ayuda, hacer un alto el fuego, crear corredores humanitarios seguros y proteger a la población civil y las organizaciones alineadas con los principios humanitarios.

Estas acciones, además, son esenciales para movilizar apoyo político y social en favor de los principios humanitarios y su complimiento por las organizaciones, protegiendo así el espacio humanitario.

Alianzas y colaboración entre actores humanitarios

La coordinación entre actores para la defensa y la protección del espacio humanitario es fundamental en crisis humanitarias complejas. Gracias a la colaboración entre ellas, las organizaciones pueden incidir sobre las autoridades con una sola voz, más poderosa que muchas voces independientes a la hora de reivindicar el espacio humanitario y negociar el acceso.

La colaboración entre actores en foros de ONGs, equipos humanitarios país, y otros espacios, también permite compartir información de manera confidencial sobre todos estos retos y desafíos operativos, así como sobre las maneras más efectivas de navegar y superar las trabas administrativas y restricciones legales existentes, o de mitigar los riesgos derivados de las sanciones y medidas antiterroristas. Esta coordinación es también un importantísimo componente de las estrategias de seguridad ante los ataques y amenazas que continuamente obstaculizan y ponen en peligro la acción humanitaria en los contextos más complejos.

Conceptos básicos

Enlaces externos

es_ESEspañol
Scroll al inicio