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Monitoreo, evaluación y aprendizaje
- Página actualizada el18 de abril de 2025

Aunque el monitoreo se realiza de forma paralela a la ejecución del proyecto, aquí se presenta junto a la evaluación y el aprendizaje. El monitoreo, evaluación y aprendizaje, juntos, incluyen los procesos de recogida, análisis y uso de la información. Su aplicación nos ayuda a conocer más e informar acerca del sobre el progreso de actividades, el logro de resultados y la satisfacción de la población. Además, es una herramienta fundamental para tomar mejores decisiones, aprender, producir conocimiento y compartirlo.
Tabla de contenidos:
¿Qué medimos con el monitoreo?
Por una parte, el monitoreo consiste en la recogida y análisis continuos de información acerca del avance y la ejecución de actividades y el logro progresivo de los resultados que nos habíamos marcado como objetivo. El monitoreo nos permite comprobar cómo se hace efectiva la lógica del proyecto.
Para lograr esto, al inicio del proyecto se deben identificar todos los indicadores de output y outcome que mediremos e incluirlos en un completo plan de monitoreo. Este plan establece las herramientas, mecanismos y procesos necesarios para medirlos y compararlos con la situación de inicio. Pueden ser necesarias herramientas como cuestionarios, aplicaciones digitales, guiones de entrevistas o grupos focales, bases de datos, dashboards o tableros digitales para visualizar la información, plantillas para el reporte de datos e informes, etcétera. El análisis de la información recogia debe permitirnos reajustar actividades o planes de trabajo, si se evidencia que lo inicialmente diseñado no contribuye adecuadamente al logro de resultados.
Por otra parte, el monitoreo también debe servir para medir la satisfacción de las personas a cuyas necesidades respondemos con los proyectos o el cumplimiento de estándares humanitarios. Para eso se recogen y analizan datos sobre la satisfacción con los bienes y servicios recibidos, sobre la calidad percibida de las intervenciones y su adecuación a las necesidades, o sobre posibles quejas y demandas relacionadas con discriminación, abusos u otras prácticas inadecuadas que les suponen riesgos o daños.
Una adecuada gestión de la información también permitirá continuar monitoreando las necesidades de la población y los cambios en el contexto más allá del análisis inicial previo al inicio del proyecto. Este monitoreo será útil para ayudarnos a actualizar nuestro análisis de riesgos, adaptar actividades, corregir procedimientos y maneras de trabajar, e incluso identificar nuevas prioridades y áreas de intervención para nuestras acciones o futuros proyectos.
Los indicadores: qué medir y cómo hacerlo
¿Qué es un indicador SMART?
Un indicador es un parámetro que usamos para medir un resultado de nuestro proyecto, ya sea un output, un outcome, o el impacto a largo plazo. Además, un buen indicador debe ser SMART (específico, medible, alcanzable, relevante y con un marco temporal):
- Específico significa que debe tener un propósito concreto y claramente definido. Por ejemplo, «número de personas que reciben una formación sobre planificación familiar» es un indicador específico para un output único.
- Medible significa que debe tener una manera preestablecida usable para calcularlo. Por ejemplo, un indicador como «% de lactantes que han recibido sólo leche materna durante el día y la noche anteriores» es perfectamente medible. Sin embargo, requiere muchas preguntas sobre posibles alimentos con un cuestionario, lo cual puede generar errores. También hay indicadores como «cobertura de servicios esenciales de salud» que son en realidad un índice compuesto por muchos otros indicadores. Por tanto, no cualquier actor puede medirlo.
- Alcanzable significa que el indicador y su meta deben ser realistas. Esto es difícil si no se cuenta con referencias estándar, o experiencia previa ejecutando actividades similares en contextos similares.
- Relevante significa que el indicador debe reflejar el fenómeno que intentamos medir. Por ejemplo, a menudo se usa el «número de personas beneficiarias alcanzadas» pero en realidad solo es relevante si se calcula siempre de la misma manera y en relación a actividades de la misma naturaleza. ¿Qué sentido tiene comparar el número de personas que recibe un tratamiento para una enfermedad crónica con el número de personas que recibe un kit de higiene? Dicho de otra manera, un indicador puede ser relevante para un cierto uso pero no para otros.
- Temporal significa que el indicador debe estar pensado para medirse en momentos específicos, ya sea de manera mensual o al final de un año determinado, por ejemplo.
El uso de indicadores es, a menudo, un trabajo colaborativo
En la práctica, es muy habitual utilizar indicadores prediseñados y más o menos estándares del Manual Esfera, de guías de clústers humanitarios, de donantes, o de cada organización. Esto permite que no haya que dedicar demasiado tiempo a diseñar indicadores nuevos, que se pueda emplear de manera más o menos sistemática indicadores SMART que ya han demostrado sus cualidades en el pasado, o que los resultados sean comparables en el tiempo, entre actores y entre zonas geográficas. Sin embargo, no hay un paquete estándar único de indicadores sino muchos, y estos no siempre van a ser relevantes para nuestras intervenciones o fácilmente medibles.
En otros casos, hay indicadores que solo el sistema de salud tiene la capacidad de producir, porque se calculan con la agregación de datos de muchas unidades de salud, o porque requieren una encuesta poblacional que el Ministerio de Salud debe, por lo menos, autorizar. Por ello, es habitual que las organizaciones apoyen el sistema de información de salud local, buscando sinergias.
La medición y el uso de indicadores no es una tarea fácil
Trabajar con indicadores de outcome es especialmente difícil. Para que el indicador refleje un cambio o resultado alcanzado no basta con contar outputs de una actividad; hay que contar consecuencias de estos outputs -lo cual de por sí es más difícil- y además ponerlas en relación con una población de referencia, para así poder comparar los valores iniciales y finales. Esto no solo complica los cálculos, sino que está sujeto a enormes distorsiones si no hay información precisa sobre la población de referencia, lo cual es un problema habitual en contextos humanitarios. En ocasiones los datos de población de referencia provienen de censos antiguos o meras estimaciones.
Hay que destacar que calcular más no siempre es mejor. Aunque siempre se dice aquello de que aquello que no se mide no existe, también es cierto que a veces al querer recoger más información terminamos haciéndolo peor y terminamos teniendo más datos pero menos validos y fiables. Por si fuera poco, incluso cuando se recoge la información correctamente, no siempre hay capacidad de hacer un buen análisis que nos haga entender mejor los efectos de une intervención o de usar el resultado de ese análisis para tomar mejores decisiones.
Más allá de lo cuantitativo: métodos cualitativos y evaluaciones profundas
Disponer de una cifra nos permite compararla, pero a menudo no basta para comprender por qué o cómo se ha llegado hasta esa cifra. Por ello, el uso de metodologías cualitativas como entrevistas individuales o sesiones de grupos focales con rigor científico es clave para poder entender los resultados de una encuesta sobre comportamientos y prácticas, de un indicador de satisfacción de personas usuarias de servicios de salud, o las barreras que las personas encuentran para acceder a la asistencia humanitaria, por ejemplo. Además, normalmente no es posible analizar los indicadores de impacto de un proyecto con el mero monitoreo, ya que se refieren a resultados muy lejanos que pueden estar enormemente afectados por otras muchas variables, como la situación socioeconómica de la población o las acciones de otras organizaciones humanitarias que operan en la misma zona geográfica.
Las evaluaciones y estudios en profundidad, ya sea durante el proyecto o después de su finalización, nos permiten entender muchos aspectos que escapan al monitoreo de rutina. Las evaluaciones suelen realizarse por personas externas a la organización y que no han participado en el diseño ni la ejecución del proyecto, y suelen emplear combinaciones de varios métodos de recogida y análisis de información para arrojar luz sobre la relevancia, eficiencia, efectividad, impacto y sostenibilidad del proyecto: ¿qué funciona, cómo y por qué?.
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El reto del aprendizaje y la extracción de lecciones
Si obtener información y analizarla ya es de por sí difícil, usarla para hacer las cosas mejor lo es aún más. El objetivo nunca debe ser disponer de un dato, sino usarlo para rendir cuentas y para identificar cómo mejorar nuestras intervenciones humanitarias futuras.
Las organizaciones humanitarias a menudo dedican importantes esfuerzos a aprender de sus acciones por medio del intercambio de experiencias entre sus profesionales y la extracción de lecciones aprendidas. Todo esto se refleja en guías y recomendaciones, aunque éstas no siempre están adecuadamente basadas en evidencia científica obtenida con el suficiente rigor para ser replicables o aplicables en otros contextos.
El uso de evidencia científica en acción humanitaria requiere, no solo una fuerte inversión y compromiso por la investigación operativa, sino también por la actualización y el desarrollo de las capacidades del personal técnico de las organizaciones, aspectos que a menudo se relegan a un segundo plano, detrás de otras tantas y tantas prioridades siempre más grandes y más urgentes.
El ciclo del proyecto
Enlaces externos
- People in Need. Indikit: Guidance on SMART indicators for relief and development projects.