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Anticoncepción en crisis humanitarias
- Página actualizada el10 de marzo de 2025

Históricamente el acceso a anticoncepción en crisis humanitarias se ha visto relegado a un segundo plano. Quienes tomaban las decisiones, durante mucho tiempo consideraban que esta no esta una necesidad al mismo nivel de prioridad de las otras. Sin embargo, el tiempo y la voz de las mujeres afectadas por crisis humanitarias complejas nos ha revelado lo contrario: en un contexto humanitario, la necesidad de planificación familiar y anticonceptivos es más aguda que nunca. Es más, también sabemos que la anticoncepción es una de las inversiones en salud pública más coste-efectivas que hay.
El acceso a anticoncepción en crisis humanitarias es fundamental, además, para respetar los derechos reproductivos de las niñas y las mujeres. Ellas deben poder decidir libremente si desean tener o no tener hijos, cuántos, cuándo y cómo. Por ello, la acción humanitaria en emergencias y crisis complejas debe cubrir un estándar mínimo en su provisión de servicios que permita evitar embarazos no deseados.
Tabla de contenidos:
La prevención de embarazos no deseados es una prioridad global
Millones de mujeres en edad reproductiva desean no quedarse embarazadas
Muchas mujeres pasan la mayor parte de sus años reproductivos intentando evitar quedarse embarazadas. En países de ingresos medios y bajos, se estima que es en torno al 56% de las mujeres en edad reproductiva. Esta necesidad es aún más aguda en contextos humanitarios, donde estas mujeres se ven expuestas a violencia, desplazamientos forzosos, hambre y vulnerabilidad. De hecho, estudios en zonas de conflicto en África han encontrado que entre el 43% y el 71% de las mujeres deseaban retrasar su siguiente embarazo o directamente no querían tener más hijos. Esto es coherente con hallazgos en otros lugares, como Oriente Próximo. Allí, encuestas reflejan que un 50%-66% de las mujeres sirias desplazadas en Líbano o Irak no desearon ni planificaron su último embarazo, y que en torno al 75% no deseaba más embarazos.
Existen muchos motivos para el deseo de muchas mujeres de no quedarse embarazadas en el momento más difícil de sus vidas. Entre ellos está la preocupación por la seguridad, salud y bienestar propios, así como para los hijos e hijas. Después de todo, en una crisis humanitaria se duplica el riesgo de complicaciones graves y muerte de la mujer durante su embarazo y parto. Además, en una crisis compleja, el peligro de enfermedad, desnutrición y mortalidad infantil se multiplica. Algunas de estas mujeres pueden desear un embarazo, pero en otro momento, cuando sientan que tienen la estabilidad y la capacidad para afrontarlo o que desean para ello.
Sin embargo, es precisamente en las crisis humanitarias complejas cuando muchas mujeres y niñas están más expuestas a embarazos no deseados. El riesgo de violencia y explotación sexual se multiplica a la vez que las redes de soporte social y protección son más frágiles, y se dificulta el acceso a servicios esenciales.
Hay una enorme brecha en el acceso a anticoncepción, sobre todo en países de renta baja y media
Se estima que más de 923 millones de mujeres en edad reproductiva en países de rentas bajas y medias no desea quedarse embarazadas. Sin embargo, el 24% de ellas (218 millones) no usa anticonceptivos modernos. Si consideramos solo las mujeres adolescentes (de 15 a 19 años) o solo los países de ingresos bajos, este porcentaje asciende hasta el 43% o el 46%, respectivamente. Además, otro 35% de estas mujeres solo usa métodos de corta duración, como la píldora, inyectables o condones.
La consecuencia más inmediata de esta brecha en el uso de anticonceptivos modernos en países de ingresos medios y bajos es bien conocida: embarazos no deseados. Se estima que el 77% de todos los embarazos no deseados ocurren en ese 24% de población que quiere evitar un embarazo pero no usa anticonceptivos. El desenlace de esos embarazos, además, solo es el nacimiento del bebé en un 27% de los casos. El otro 73% termina en aborto o muerte fetal. Es más, se estima que la mitad de esos abortos serían inseguros, ya sea por usar métodos inapropiados, o por hacerlo sin el apoyo de una persona formada.
Garantizar el acceso a anticonceptivos modernos no solo reduciría enormemente el número de embarazos no deseados. También disminuirían en casi un 75% los abortos inseguros, una de las principales causas de muerte materna. En general, por esta y otras causas, se estima se evitarían, solo entre las mujeres de países de ingresos medios y bajos, unas 70.000 muertes maternas.
Métodos para la anticoncepción en crisis humanitarias
El paquete mínimo inicial de servicios de salud sexual y reproductiva (Minimum Initial Service Package –MISP– for Sexual and Reproductive Health) incluye un objetivo dedicado a prevenir embarazos no deseados. Este objetivo es uno de lo que más se ha ampliado en la actualización de 2018 de este documento, respecto a su versión previa de 2010. Según el MISP, los servicios de salud en la respuesta a una emergencia humanitaria deben incluir métodos anticonceptivos de acción prolongada reversibles y de acción corta.
La disponibilidad de una amplia gama de anticonceptivos permite la libertad de elección
El MISP no establece exactamente qué productos deberían garantizarse, pero sí determina que debe ser una gama suficientemente amplia para cubrir anticoncepción de acción corta (incluyendo anticoncepción de emergencia) y de acción prolongada (reversibles). Esto permite cubrir las necesidades y prioridades de diferentes subgrupos de personas según su edad, género, intención anticonceptiva, práctica de la lactancia, tiempo transcurrido desde el último parto, situación de salud, y capacidad económica, entre otros factores.
Para unas personas, unos anticonceptivos pueden ser más adecuados que otros. Disponer de múltiples opciones permite que las personas usuarias puedan tener libertad de elección. Esto, a su vez, es un factor clave para que puedan probar, aceptar y usar de forma continuada un método que encaje con sus necesidades y preferencias. Además, puede haber métodos contraindicados para ciertas mujeres, debido a infecciones y comorbilidades actuales y pasadas, entre otros factores. Por ejemplo, el uso del DIU puede estar contraindicado con algunas infecciones, mientras que el uso de anticonceptivos orales combinados (de estrógenos y progesterona) puede estar contraindicado en caso de hipertensión arterial.
Los anticonceptivos de acción corta (y de emergencia) deben estar disponibles en la comunidad
Los anticonceptivos de acción corta incluyen métodos de barrera como los condones masculinos y los condones femeninos (allí donde ya se estuviese usando). También incluyen anticonceptivos hormonales orales e inyectables de diferentes tipos. Todos estos están destinados a establecimientos de salud comunitaria y atención primaria, incluyendo pequeños puestos de salud.
Se incluyen también en este grupo los anticonceptivos de emergencia, que permiten evitar el embarazo después de haber tenido relaciones sexuales sin protección. Esto puede ocurrir en violaciones, fallos del anticonceptivo o ausencia de un método anticonceptivo. Los métodos de anticoncepción de emergencia son más efectivos cuanto antes se usan (preferiblemente en los tres primeros días tras la relación), evitando la fecundación. Su falta de disponibilidad puede tener un grave impacto en la salud física y mental de las mujeres y niñas supervivientes a violencia sexual y de género, especialmente si la atención segura al aborto no está disponible o si es ilegal.
Los anticonceptivos de acción prolongada cubren necesidades esenciales de las mujeres
Los anticonceptivos de acción prolongada recomendados a considerar en contextos humanitarios incluyen el dispositivo intra-uterino (DIU) y los implantes. Estos métodos están incluidos en los estándares Inter-Agencia de salud reproductiva de emergencia, pero solo para su aprovisionamiento en kits complementarios para ser usados en circunstancias específicas. Por ejemplo, es importante considerar previamente si ya estaban registrados y usándose en el país afectado por la crisis.
Estos métodos son seguros, reversibles, altamente efectivos, y minimizan el riesgo de errores en su uso. Además, tienen una gran ventaja respecto a los de acción corta: su efecto dura desde 3 a 12 años dependiendo del método, sin necesidad de realizar nuevas visitas a centros de salud. Sin embargo, requieren que el personal disponga de formación y equipamiento adecuados. Su retirada también puede ser un problema, si cuando la mujer lo requiere no tiene acceso a servicios de salud donde puedan hacerlo.
La calidad de los servicios de planificación familiar es determinante
Para evitar los embarazos no deseados o facilitar que las mujeres puedan decidir qué hijos tener, cómo y cuándo, no basta con la disponibilidad de varios métodos anticonceptivos. El MISP, de hecho, insiste en la importancia de facilitar información y consejo para la elección informada de un medio adecuado y eficaz. Para que esto sea posible, los servicios de planificación familiar deben tener una calidad suficiente, en una serie de dimensiones:
Información sobre anticoncepción en crisis humanitarias
Los servicios de planificación familiar deben ofrecer información sobre los diferentes métodos anticonceptivos disponibles y sus contraindicaciones. Esta información, además, debe cubrir sus ventajas y desventajas, la manera de usar el método seleccionado, posibles efectos secundarios, y lo que las personas usuarias pueden esperar de los servicios de planificación familiar.
Competencias técnicas del personal sanitario
El personal sanitario debe estar bien formado, conocer las técnicas de uso de los anticonceptivos, los protocolos y recomendaciones, y respetar las medidas de higiene. Este aspecto, sin embargo, puede ser el más difícil de evaluar de forma crítica por las personas usuarias. Además, los actores que apoyan los servicios no deben limitarse a la formación teórica, sino que además deben asegurar y evaluar las habilidades y competencias técnicas del personal.
En algunos contextos humanitarios, se puede contar con personal local formado y experimentado para formar al resto del personal, incluyendo agentes comunitarios/as de salud. Muchas veces, el empleo de personas voluntarias de la comunidad puede ser enormemente útil para aumentar el uso de anticonceptivos por mujeres que, por imposiciones socioculturales, no tienen autonomía para acceder a centros de salud. También ha demostrado mucho valor el empleo de educadores/as de pares, que pueden acercar aún más la promoción de la prevención de embarazos no deseados a adolescentes, por ejemplo.
Relaciones interpersonales y trato en los servicios de planificación familiar
Las relaciones entre las personas usuarias de los servicios de salud reproductiva y sus proveedores a menudo se ven marcadas por el trato personal. Esto incluye actitudes libres de prejuicios, saber escuchar y establecer un diálogo con tacto, o demostrar sensibilidad a los problemas y necesidades de diferentes grupos (como adolescentes, personas LGTBIQ+, personas con algún tipo de discapacidad o personas en situación de prostitución, por ejemplo).
La dimensión afectiva y el diálogo que se establece en los servicios de salud puede determinar enormemente la confianza de las usuarias en sus decisiones y capacidades, así como su voluntad por superar los obstáculos. Sin embargo, estas relaciones a su vez se pueden ver determinadas por la organización de los servicios, el tiempo de que se dispone para cada consulta, la privacidad que se garantiza, o la ideología de las organizaciones y su personal.
Continuidad del uso de los anticonceptivos
Esto se refiere a las vías por las cuales se facilita que las personas, bien informadas, puedan continuar por sí mismas el uso de los anticonceptivos. Muchos programas, sin embargo, ponen más énfasis en el inicio de la anticoncepción que en mantener su uso. Algunos servicios, por ejemplo, pueden hacer un seguimiento activo de las personas usuarias de anticonceptivos, y así conocer su satisfacción o su posible necesidad de cambiar de método.
Constelación de servicios en torno a la planificación familiar
Los servicios de planificación familiar deben resultar aceptables para la población y pueden estar vinculados a otros servicios de salud. Estos pueden incluir la atención a enfermedades de transmisión sexual o la atención en el postparto, entre otros muchos. Por supuesto, además, debe haber una conexión con la atención y referencia en caso de violencia sexual y de género.
Otras consideraciones: voluntariedad e implicación de los hombres
Evidentemente, todas las acciones dirigidas a defender los derechos reproductivos y el acceso universal a la planificación familiar se bastan en la voluntariedad. Tratar de coaccionar a personas para que usen un método anticonceptivo no es planificación familiar. Es más, es una violación de sus derechos. Al igual que el acceso a anticonceptivos debe estar libre de barreras, también debe estar libre de incentivos, pagos y recompensas que puedan condicionar la libre elección, sobre todo de las personas más vulnerables.
Finalmente, debe haber servicios de salud de planificación familiar que también estén dirigidos expresamente a hombres. Esto es importante para implicarles en las responsabilidades para la prevención de embarazos no deseados, así abordar cambios en roles de género. En muchos casos, esto puede ser facilitado o impulsado por líderes locales y tradicionales.
Anticoncepción antes y después de la emergencia humanitaria
En un contexto de emergencia puede resultar completamente inviable introducir nuevos métodos anticonceptivos que no fueran ya conocidos localmente. Si las mujeres o el personal de salud no estaban familiarizados con ellos, puede haber problemas con su utilización o con la atención sanitaria en un momento muy difícil. En una emergencia, además, puede haber escasez de personal sanitario e interrupción de los canales de suministro de anticonceptivos. Por este y otros motivos, resulta estratégico incluir elementos relacionados con la anticoncepción en emergencias humanitarias en la fase de preparación ante desastres y en las acciones de recuperación post-emergencia.
Desarrollo de los servicios de planificación familiar y preparación ante desastres
El trabajo de preparación puede aumentar el nivel basal de acceso a una amplia gama de anticonceptivos modernos y minimizar el riesgo de interrupción de estos servicios. Es más, también se puede trabajar en extender la formación en planificación familiar a actores humanitarios y de desarrollo locales para que puedan participar en una eventual respuesta. Es igualmente importante disponer de un plan de contingencia que evite el desabastecimiento de anticonceptivos, o que permita movilizar personal formado. Para esto último se puede trabajar con estrategias para compartir tareas en equipos multidisciplinares, o incluir la anticoncepción en los programas de agentes comunitarios/as de salud.
Recuperación de los servicios de planificación familiar post-emergencia
Superada la fase aguda de la emergencia, también puede ser necesario considerar una transición a la recuperación de los servicios de planificación familiar de rutina. En estas etapas es importante recuperar una cadena de aprovisionamiento sostenible. También lo es estimar adecuadamente las cantidades de anticonceptivos a proporcionar, en función de las nuevas necesidades de la población.
Barreras para el acceso a anticoncepción en crisis humanitarias
A pesar de que la importancia de la anticoncepción y la planificación familiar en crisis complejas, su disponibilidad es mucho menor de la deseable. Numerosos estudios evidencian que una gran proporción de centros de salud en contextos humanitarios carecen de una gama suficiente de métodos, o de servicios de calidad. Además, la acción humanitaria a menudo no alcanza a cubrir los paquetes mínimos estándares para evitar embarazos no deseados. Incluso cuando los servicios están disponibles, muchas personas enfrentan importantes barreras socioculturales para su acceso y utilización.
Las personas usuarias de anticonceptivos deben superar muchas barreras para el acceso
En contextos humanitarios se exacerban barreras que también existen en contextos estables. Estas incluyen, entre otras, el limitado poder de muchas mujeres en la toma de decisiones sobre sus vidas, el estigma y las actitudes negativas hacia el uso de anticonceptivos. Estas actitudes, tanto propias como de la pareja y de la comunidad, a menudo están condicionadas por dinámicas de género, la religión y la falta de información. Por ejemplo, muchas personas aún creen que los anticonceptivos pueden causar infertilidad.
El acceso a servicios de salud reproductiva de calidad también es un problema, al haber sido un área poco priorizada en muchos sistemas de salud. Muchos centros no disponen de espacios o una organización que permita garantizar una adecuada privacidad. Tampoco visibilizan la disponibilidad de anticonceptivos. En algunos casos, ni siquiera se trata de servicios incluidos en el paquete básico esencial de atención primaria. Además, es habitual encontrar personal sanitario sin formación adecuada para ofrecer información y consejo, con prejuicios hacia las personas usuarias (especialmente de anticonceptivos de emergencia), o con creencias erróneas acerca de estos productos. Este personal puede tener también miedo a cruzar límites socioculturales (que no siempre existen) y promover la promiscuidad si sugieren la anticoncepción.
En ocasiones, hasta se encuentra personal de salud que se opone a ofrecer estos servicios a mujeres solteras y adolescentes. Estos dos grupos de mujeres suelen ser además ignoradas por muchos programas de salud reproductiva que, para evitar desafiar normas socioculturales locales, solo abordan los derechos reproductivos de las mujeres casadas o que ya tienen hijos. Las mujeres no casadas, y especialmente las jóvenes y adolescentes, a menudo ven ignorados sus derechos reproductivos. Esto puede tener consecuencias especialmente graves en el caso de las barreras en el acceso a la anticoncepción de emergencia, aún percibida con muchos prejuicios.
Falta compromiso institucional por la planificación familiar
A pesar de los avances con las alianzas FP2020 y FP2030, la financiación global para planificación familiar prácticamente se ha estancado desde 2012. Se cree que hay varios motivos detrás de esto. Uno de ellos está en la introducción, en la Conferencia Internacional del Cairo de 1994, de la prioridad de los derechos sexuales y reproductivos. Hay quien piensa que esto tuvo un efecto adverso no esperado: la planificación familiar dejó de ser un imperativo global para estabilizar la población mundial y pasó a ser un servicio deseable (pero no esencial) de salud pública.
Junto a lo anterior, los esfuerzos por evitar los embarazos no deseados han tenido una gran oposición desde numerosos movimientos antiabortistas y populismos conservadores. Ciertas políticas (como la «Global Gag Rule» estadounidense) han limitado también la financiación de organizaciones que trabajan en favor de los derechos reproductivos y la planificación familiar, por ofrecer también servicios de atención segura al aborto (adaptados a las leyes de cada territorio).
A nivel nacional también se encuentran numerosas barreras legales y políticas para la anticoncepción en crisis humanitarias. De hecho, hay países que excluyen en sus leyes a mujeres solteras o menores sin autorización paterna del acceso a anticonceptivos.
Muchas organizaciones humanitarias no cumplen los estándares mínimos
Parte de las limitaciones del apoyo humanitario a la planificación familiar se debe a factores internos de las organizaciones. Muchas organizaciones aún no ven los estándares humanitarios de prevención de embarazos no deseados como intervenciones que salvan vidas, o con el mismo nivel de prioridad que otras acciones más tradicionales. En algunos contextos, la respuesta humanitaria se realiza bajo el paraguas de una política nacional de salud que apenas aborda los derechos reproductivos, sin que los actores humanitarios adopten o propongan un enfoque transformador. Es también frecuente que actores humanitarios prioricen el aprovisionamiento y promoción de los anticonceptivos de corta duración, dando menos prioridad a métodos de larga duración como los implantes.
También existen obstáculos fuera del control de las organizaciones. Un ejemplo de esto tiene que ver con la falta de financiación multi-anual en contextos de emergencia. Esto choca con la realidad de que establecer servicios de planificación familiar de calidad puede requerir más tiempo que otros tipos de acciones. Por una parte se trata de servicios complejos que a menudo requieren formar al personal y desarrollar la cadena de aprovisionamiento de anticonceptivos. Por otra parte, son programas que requieren abordar y desafiar normas socioculturales y de género en muchos casos. Esto no puede conseguirse en una intervención de varios meses.
Salud sexual y reproductiva
Enlaces externos
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