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Mecanismos de financiación humanitaria

Mecanismos de financiación humanitaria
Foto: Bruno Abarca

La financiación humanitaria siempre se queda lejos de cubrir todas las necesidades que existen. Incluso en los años en los que más aumenta (por ejemplo 2022), rara vez aumenta al ritmo que aumentan los conflictos, los desastres naturales o la población desplazada. Sin embargo, no solo se trata de ver el vaso medio lleno o medio vacío, sino entender cómo funcionan los mecanismos de financiación humanitaria y qué se podría hacer distinto o mejor. La manera en la que se financie la acción humanitaria (de dónde sale, hacia dónde va, y cómo llega hasta allí) determinará, en gran medida, qué se podrá hacer y cómo se podrá hacer, así como los dilemas éticos que se deben enfrentar.

Volumen y origen de la financiación humanitaria

¿De qué volumen estamos hablando?

Es muy complicado tener una buena estimación de toda la financiación humanitaria disponible, dado que no existe una obligación de reportarla sistemáticamente. Sí existen, no obstante, plataformas de OCHA o la OECD, o iniciativas como International Aid Transparency. Gracias a estos esfuerzos para mejorar la información disponible sobre financiación humanitaria sabemos que el volumen anual de financiación humanitaria se estima en torno a los 30.000 millones de dólares

Sin embargo, la cantidad varía cada año. En 2022, por ejemplo, coincidiendo con el deterioro de las crisis en Ucrania, Afganistán y África Oriental, aumentó hasta superar los 40.000 millones de dólares. En los años inmediatamente anteriores, sin embargo, los fondos estaban entre 20.000 y 25.000 millones de dólares.

La mayor parte de la financiación proviene de países donantes

El 80% de toda la financiación humanitaria proviene de gobiernos e instituciones públicas. Dentro de este bloque hay gran disparidad entre los donantes y pequeñas variaciones entre un año y en otro. En 2023, de todos los fondos públicos para respuesta a emergencias humanitarias, los Estados Unidos aportaron en torno al 37,5%. Estuvieron seguidos a una buena distancia por Alemania (10,8%), la Comisión Europea (8,6%), y otros países donantes como Japón, Arabia Saudí, Suecia, Noruega o Reino Unido (entre un 3% y un 4%). Ese mismo año, España aportó 132 millones de dólares (aproximadamente el 0,4%). 

Tan solo el 20% de los recursos económicos destinados a acción humanitaria proviene de donantes privados. En este bloque se incluyen empresas, fundaciones o individuos/as como tú y como yo.

OCHA también gestiona fondos económicos de respuesta humanitaria​

Una parte relativamente pequeña delos fondos para respuestas en crisis y emergencias se gestiona por OCHA a nivel global, regional o nacional. Estos mecanismos de financiación humanitaria incluyen el Fondo de Respuesta Central para Emergencias de Naciones Unidas (CERF) y los Fondos Conjuntos Basados en un País (CBPF).

El CERF: Central Emergency Response Fund

El Fondo de Respuesta Central para Emergencias de Naciones Unidas (Central Emergency Response Fund o CERFfue establecido en 1991 y mejorado en 2005. Es un fondo global gestionado por el/la Emergency Relief Coordinator (ERC), para poder responder con rapidez a crisis humanitarias agudas o contribuir a financiar la respuesta humanitaria en emergencias que no han recibido financiación suficiente por otras vías. 

Inicialmente establecido en 50 millones de dólares anuales, la ambición del fondo ha ido creciendo progresivamente hasta alcanzar una meta de 1.000 millones de dólares anuales actualmente. Sin embargo, se financia con contribuciones voluntarias de países donantes y suele alcanzar un volumen anual entre 500 y 800 millones de dólares. El CERF solo puede financiar directamente Agencias de Naciones Unidas, aunque éstas luego pueden subcontratar ONGs internacionales y nacionales como socios implementadores. Se estima que, en 2021, un 18% del CERF terminó llegando a ONGs nacionales y locales. 

Los CBPF: Country-Based Pooled Funds

Los Fondos Conjuntos Basados en un País (Country-Based Pooled Funds o CBPF) se establecen en los diferentes países cuando se producen nuevas emergencias humanitarias o se deterioran las existentes. Son gestionados por el/la Humanitarian Coordinator (HC) del país, se financian con aportaciones voluntarias de donantes no restringidas (no están earmarked) y se usan para financiar acciones del Plan de Respuesta Humanitaria del país, o para responder a emergencias imprevistas.

En 2023 se establecieron CBPF en 16 países, con un volumen total conjunto de 1.160 millones de dólares. Los CBPF sí pueden financiar directamente ONGs locales, sin intermediarios. De hecho, en torno a un 30% de los fondos de todos los CBPF en 2023 han financiado directamente ONGs locales.

Países y organizaciones destino de la financiación humanitaria

Estos fondos alcanzan muchos países diferentes...

En los últimos años, aunque los países en crisis y las respuestas humanitarias han ido cambiando, la financiación humanitaria se ha dirigido a más de 150 países.

Lo habitual es que los principales donantes elijan a qué países destinan la práctica totalidad de su financiación. Algunos países, sin embargo, también dedican una pequeña parte a financiar fondos globales y regionales, coordinados por Agencias de Naciones Unidas y otras organizaciones humanitarias. Países como Japón o Suecia destinan entre el 30% y el 50% de su financiación a este tipo de fondos.

Las emergencias humanitarias complejas y prolongadas son las que suelen recibir más financiación. Las diez respuestas humanitarias mayores, cada año, reciben aproximadamente el 60% de toda la financiación humanitaria. En 2023, las crisis humanitarias que recibieron más aportaciones fueron las de Ucrania (2.200 millones de dólares), Siria (1.800 millones de dólares), Yemen (1.600 millones de dólares), Etiopía (1.300 millones de dólares), Afganistán (1.300 millones de dólares) y Somalia (1.100 millones de dólares).

Igualmente, los países donantes pueden decidir financiar los Planes de Respuesta Humanitaria de cada país, o intervenciones independientes externas a estos planes. De hecho, en general, las aportaciones económicas no suelen ser suficientes para implementar las acciones priorizadas en estos planes. De las grandes emergencias humanitarias, solo Ucrania tuvo una financiación que superó la mitad de lo requerido (56%). En Etiopía o Siria apenas se alcanzó un 33%. Crisis como las de Honduras o Mozambique apenas llegaron al 15% y 16%.

...a través de numerosas organizaciones

Tomando como referencia los datos de 2023 podemos ver que la financiación humanitaria se distribuye entre muchísimas organizaciones humanitarias de distintos tipos.

Se estima que más del 60% de la financiación tiene como destino directo una Agencia de Naciones Unidas. De hecho, las tres organizaciones humanitarias que más fondos recibieron en 2023 fueron el Programa Mundial de Alimentos (8.174 millones de dólares), ACNUR (3.774 millones de dólares) y UNICEF (3.208 millones de dólares). Estas agencias, no obstante, canalizaron muchos de estos recursos a través de organizaciones internacionales y nacionales, que actuaron como socios implementadores.

El 39% restante de financiación tuvo como destino directo una organización internacional. El Comité Internacional de la Cruz Roja recibió 1.768 millones de dólares, mientras que la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja recibió 604 millones. Muchas Sociedades Nacionales también recibieron importantes aportaciones. Unas pocas ONGs internacionales como Norwegian Refugee Council, Save the Children o International Rescue Committee recibieron más de 300 millones de dólares. Otras como Danish Refugee Council, Acción Contra el Hambre, CARE international, Deutsche Welthungerhilfe, Mercy Corps y World Vision recibieron entre 100 y 250 millones de dólares. La mayoría de ONGs internacionales, sin embargo, recibieron aportaciones mucho menores.

Tan solo un 1% fue directamente a ONGs locales o nacionales. La mayor parte de la financiación que recibieron las ONGs locales llegó a través de contratos con organizaciones internacionales.

Los fondos humanitarios financian proyectos y costes indirectos

Entre el 80% y el 90% de la financiación está restringida para ser usada de una forma específica (earmarked). Esto, en la práctica, significa que solo pueden financiar acciones de un proyecto concreto. Tan solo un pequeño porcentaje de la financiación humanitaria da la flexibilidad suficiente para adaptar su uso con agilidad, dentro de un marco general de intervención.

Debido a esto, los mecanismos de financiación humanitaria determinan, en gran parte, cómo funciona el ciclo del proyecto. Para poder optar a los fondos, las organizaciones humanitarias deben evaluar las necesidades de la población, identificar las acciones que son precisas para abordarlas, y reflejarlas en un marco de intervención. Una vez solicitada y recibida la financiación, deben usarla para aquello que habían indicado y justificarlo con informes.

En cualquier caso, estos fondos no solo cubren los costes directos de las intervenciones. La mayoría de los mecanismos de financiación humanitaria permiten que un pequeño porcentaje del presupuesto se destine a cubrir costes indirectos (overheads). Las organizaciones necesitan estos overheads para cubrir gastos estructurales, afrontar riesgos o gastos inesperados, o prepararse para responder en eventuales crisis. El porcentaje destinado a estos costes indirectos se sitúa normalmente en torno al 5-10%, aunque depende de cada organización y los acuerdos que alcance con los donantes.

En muchas ocasiones, la organización que recibe la financiación directamente (y que es responsable de usarla adecuadamente y justificar su uso con informes) trabaja con otros actores que actúan como socios implementadores. En estos casos, la financiación de sus costes indirectos se negocia entre ambas partes. Según lo que acuerden, los socios implementadores pueden recibir aportaciones adicionales para cubrir sus costes indirectos, compartir la cantidad que hay disponible con el socio principal, o recibir solo financiación de los costes directos. Esto condiciona en gran parte el nivel de autonomía que las organizaciones locales consiguen desarrollar.

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